Soldados en la entrada a la Centralita Militar de Facinas junto a niños del pueblo. |
Sin saber la fecha exacta de su construcción,
probablemente en los años 40, dicha
edificación militar fue construida por el Servicio Militar de Construcciones,
perteneciendo en esos primeros años al Batallón de Transmisiones Nª2 de
Sevilla, siendo responsable de la Centralita, el Grupo de Transmisiones de la
22 División ubicada en Algeciras, mas
exactamente, en el Barrio de Villa Vieja, lugar denominado Campo de La Era.
Años más tarde, paso a formar parte
del Regimiento de la Red Permanente y Servicios Especiales de Transmisiones de
Madrid, dependiendo de la Compañía 2ª Unidad Telefónica, establecida en el
mismo lugar reseñado anteriormente.
Como he podido leer en algún otro
escrito que hace referencia a la Centralita, nunca dependió del Campamento
Militar de Facinas, sin embargo, dicho Campamento fue un abonado más a la
Central Telefónica, la cual, formaba parte de un circuito que unía todas la
unidades militares de la comarca, incluidas las Baterías Costeras y la que aun
podemos ver, ahora en estado ruinoso, en el cruce de Bolonia (San José del
Valle). De todas ellas, la Centralita del Gobierno Militar de Algeciras era la
más importante.
Las Unidades Superiores ya
mencionadas, mandaban el contingente de tropas correspondiente a la Unidad de
Algeciras, que una vez acabado el periodo de instrucción y la Jura de Banderas
los preparaba técnicamente. Cuando los soldados terminaban el curso de Celador
Telefónico, eran destinados por parejas a las distintas Centralitas que le
habían tocado como destino.
Sobre dichos soldados, recaía
plenamente la responsabilidad de estas instalaciones. Llevando una vida
autónoma, tenían que hacerse la comida y recogían el pan a través de vales en
el lugar más cercano, los destinados en la Centralita de Facinas, lo recogían
en la panadería de Mangas. Una vez al mes, venía el Brigada de La Compañía para
pagarles sus haberes, la comida, los vales del pan y los pluses
correspondientes a los destinados en estos destinos.
Turnándose, siempre permanecía uno
de los dos soldados en la Centralita para atender las llamadas que pudieran
producirse, el otro, era el encargado de hacer las compras de provisiones y
reparar las averías, muy frecuentes por nuestra zona debido a los vendavales de
levante. Cuando la avería era muy importante, se designaba una Brigada de
Trabajo compuesta por doce soldados al mando de un Suboficial, un camión de
postes y material telefónico para subsanar los problemas.
En el año 1962, después de un fuerte
temporal de levante que acabó con casi todos los postes de la línea de
teléfonos en el suelo entre Facinas y el Puente de Hierro, se formó una gran
brigada de trabajo reparar dicha línea. Estos soldados que durante transcurso
de los trabajos pernoctaban en las distintas centralitas, eran comandados por
el Suboficial que escribe este relato. (Aquellas averías que se arreglaron con
rapidez y eficacia, me valió el premio de conocer a la que hoy es mi mujer).
Los soldados, cuando terminaban su
tarea diaria, al regresar a la Central, siempre lo hacían cantando:
Ya no subo más a los postes
por que no me da la gana
que se suban los reclutas
y el sargento de semana.
O esta otra:
La rubia es sentimental
y la morena tampoco esta mal
si alguna vez, me he de casar
con la morena, una y nada más.
Al pasar por los caseríos del
Pedregoso y de Santa Genoveva, los vecinos nos pedían los postes partidos que
llevábamos en el camión. Como no se tenían que devolver, se los dábamos,
detalle que nos agradecían regalándonos alguna que otra botella de vino que los
soldados se bebían durante la cena.
Antes de continuar, me gustaría
recordar el paso de la Brigada de Trabajo por un caserio cercano a la venta de
Ojén, en el que vivía una familia apellidada “Ayala”, no encuentro palabra para
agradecer la hospitalidad con la que nos acogieron, durante unos días, toda la
Brigada durmió en su cortijo, y yo cenaba con ellos. Era a la mitad del
recorrido y nos venía muy bien pernoctar allí.
La Brigada de Trabajo designaba dos
soldados para cocinar, preferentemente que fueran aficionados a la gastronomía,
ellos, eran los encargados de solicitar los artículos necesarios. Un enlace que
venía de Algeciras nos traía los productos solicitados y al mismo tiempo la
correspondencia, que llenaba de alegría a los soldados que la recibían.
La mayoría de la Centrales de esta
red, carecían de luz eléctrica por lo que tenían que arreglarse con un quinqué
de petróleo. A partir de 1962, que es cuando se produjo la avería, los
telefonistas de Facinas pudieron disfrutar de la Luz eléctrica que se contrató
al Sr. Mangas que regentaba una de las panaderías de Facinas que tenía aquel
impresionante motor. A las 22 horas nos hacía el guiño avisador de que se
cortaba la energía.
La centralita telefónica de la
Central de Facinas era italiana y se le denominaba “Negrilla”, tenía capacidad
para diez abonados auxiliados por un teléfono que funcionaba con pilas de tres
voltios. Sus moradores tenían todas las herramientas precisas para reparar las
posibles averías. Para subir a los postes utilizaban trepolines y para
localizar averías, tenían un teléfono
ruso.
Todos los telefonistas-celadores que
fueron destinados a la Central de Facinas, pueden presumir de cosechar gestas
de valor y patriotismo, subidos a un poste de ocho metros con solo dos puntas
de trepolín clavados en la madera del poste y el cinturón de seguridad con los
que debía defenderse de los vendavales de viento (que ya sabemos como se las
gasta por estas tierras). Para arreglar la avería, se jugaban el tipo, llevando
la única satisfacción de decir; “mi sargento, no hay novedad en la Central de
Facinas”. Estos soldados son para mis héroes anónimos, los héroes no solo
surgen en misiones bélicas, también los es, ese soldado responsable y eficaz
con su tarea dispuesto a cumplir su misión encomendada en todo momento por peligrosa
que sea. Ese es el fiel retrato de todos sin excepción de los telefonistas que
han pasado por la Central Telefónica de Facinas.
En esta primera parte de mi vida
militar, solo he coincidido con un soldado natural de Facinas, de quien hace
pocas fechas me entristeció enterarme de su fallecimiento, se trataba de
Antonio Rodríguez, más conocido como “El Barbero” y que se encontraba destinado
en Algeciras en el Grupo de Transmisiones de la 22 División. El no quiso ser
telefonista y se quedó en la unidad algecireña, allí forjamos una gran amistad,
por la cual, fui invitado a su boda con la señorita Loli.
Años más tarde, ya destinado en
Madrid, tuve la satisfacción de saludar al único facinense que yo recuerde que
prestó su servicio en la Centralita de Facinas, nuestro amigo Gaspar.
Este relato lo he escrito en la
medida que he podido hilvanar recuerdos, algunos de hace más de cincuenta años.
Ruego me disculpen si no he podido seguir un orden cronológico riguroso, pero
considero que era necesario para la historia de nuestro pueblo, conocer parte
de la historia de la Central Telefónica Militar de Facinas.
Para los que prestaron su servicio
en dicha Central, tengo un grato recuerdo imperecedero, este artículo va en sus
memorias, para que siempre se recuerden en Facinas.
José Mª de Terán Woollett